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jueves, 13 de enero de 2011

El peor trago de todos

Después de varios meses con las pastillas y de encontrarme bien, llegó lo peor. Allá por febrero de 2008, cuando aún no llevaba ni un año de enfermedad, me empecé a encontrar mal de nuevo, pero aquella vez la sensación era muy distinta. Me dolía la tripa y tenía fiebre, pero lo peor sucedía cuando iba al baño. Al hacer pis, notaba como si expulsara desechos. Y eso dolía, y no poco. Era como volver a empezar otra vez la pesadilla que había pasado anteriormente. Aunque esta vez sería mucho peor. Fui al hospital, y me dijeron que tenía una infección de orina, porque era imposible que expulsara algo que no fuese lo propio al orinar, (aquel fue el mejor diagnóstico tras el de dolor de ovulación), para lo cual me mandaron antibiótico y a casa. El antibiótico me hacía mejorar, pero al dejar de tomármelo, volvía a estar mal. Así estuve varios meses, en los que me dijeron que tenía un cólico nefrítico y, por supuesto, infecciones de orina continuas. Volví a adelgazar y mi peso ya no era el de una persona normal, estaba demasiado delgada. Mi doctora me mandaba pruebas y más pruebas y no eran capaces de "adivinar" qué era lo que tenía. Las personas que padezcan mi enfermedad o algo relacionado con el aparato digestivo, sabrán que las pruebas que nos hacen a nosotros no son para nada cómodas. Tomar contrastes, preparaciones, "papillas"; sentir tubos endoscópicos, etc., no es  nada agradable. Apenas comía y mi humor cada vez era peor. Había momentos en los que simplemente era incapaz de levantarme del suelo porque no tenía fuerzas. Menos mal que trabajaba en una Escuela Infantil y los niños me alegraban cada día. El calor y el cariño de un niño es el más sincero que puede existir, y cuando te ven mal y son ellos mismos los que vienen a decirte que te quieren, hacen que sonrías sin proponérselo. En mayo de ese mismo año, y después de todas esas pruebas que me hicieron que os he comentado, decidieron ingresarme en el hospital porque, según palabras textuales de mi doctora "ya no sabía qué hacer conmigo". En el hospital no hicieron sino hacerme un montón de pruebas más, diciéndome que "parecía que había una fístula entero-vesical (de intestino a vejiga), pero que no estaban seguros, y que no podían actuar si no estaban seguros de que eso existía de verdad". Mientras tanto, estaban dándome antibióticos y más medicamentos de manera intravenosa, me pusieron nutrición parenteral (para el que no lo sepa, es que te cogen una vía central que va a una vena principal del cuerpo y te alimentan a través de ahí con unos preparados especiales), y no me dejaban ni beber agua. Pero todo aquello no era problema para mí. A mí lo que me hacía de verdad sentirme mal era pensar que después de un mes de estar en un hospital no me habían solucionado nada. Tras tanto antibiótico yo me encontraba incluso bien. 
Después de salir esa vez del hospital, me cambiaron de doctora y me derivaron a una doctora del Hospital 12 de Octubre de Madrid especializada en EII (Crohn y Colitis Ulcerosa), que nada más verme quería volver a ingresarme para operarme; porque ella (con las mismas pruebas que me habían hecho en el hospital) sí que veía clara la fístula, y ésta no tenía más solución que el quirófano. 

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